Culiacán, Sinaloa a 06 de mayo de 2025.-En la madrugada del lunes, el silencio de la colonia La Campiña, en Culiacán, fue roto por un operativo quirúrgico que duró apenas minutos, pero cuya planeación tomó meses. En una acción encabezada por la Agencia de Investigación Criminal (AIC) de la Fiscalía General de la República (FGR) y la Secretaría de Marina (Semar), con apoyo de la Secretaría de la Defensa Nacional, la Guardia Nacional y la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, fue detenido Jesús Guzmán Castro, alias “Chuy” o “Narizón”, presunto operador del “Cártel de Sinaloa”, facción “Los Mayos”.
La detención de Guzmán Castro no fue casual ni improvisada. Fue el resultado de una extensa labor de inteligencia, enmarcada en la Estrategia Nacional de Seguridad, y de la cooperación internacional con agencias de los Estados Unidos. Sobre él pesaba una orden de aprehensión con fines de extradición por conspiración y distribución de cocaína hacia ese país, además de estar vinculado con los delitos de asociación delictuosa, delitos contra la salud y operaciones con recursos de procedencia ilícita.
Durante semanas, las autoridades federales siguieron la pista de su movilidad. Se resguardaba en distintos domicilios, siempre en tránsito, siempre desconfiando. Su red de protección parecía infranqueable, pero las autoridades supieron esperar. El cerco se cerró sobre él en la avenida Los Álamos, a plena luz del día. Sin disparos ni resistencia, los agentes corroboraron su identidad y le leyeron sus derechos. “Chuy” Guzmán Castro fue arrestado sin oportunidad de fuga.
Vecinos de la zona, acostumbrados a la aparente calma que suele cubrir las zonas residenciales de Culiacán, apenas notaron el despliegue. Un par de camionetas, hombres encapuchados, órdenes claras y rápidas. En menos de lo que toma encender un cigarro, “Narizón” ya estaba bajo custodia federal, en camino a rendir cuentas ante la justicia.
Con esta operación, el Gobierno de México vuelve a enviar un mensaje contundente: no hay rincón seguro para quienes operan en la sombra de la violencia y el narcotráfico. Desde la capital del narco, el Estado mexicano refrenda su compromiso de reconstruir la paz en Sinaloa.
Mientras tanto, Jesús Guzmán Castro espera el curso de su extradición. Allá, al norte del continente, la justicia estadounidense lo aguarda. Aquí, en Sinaloa, la noticia corre de boca en boca: “Cayó el Narizón”.
























