Los Mochis, Sinaloa. – Bajo un sol implacable y entre surcos interminables de verde y tierra suelta, el norte de Sinaloa celebra una de sus mejores cosechas de papa en años recientes.
Las hectáreas sembradas respondieron con generosidad: las plantas, fuertes y fértiles, entregaron una producción que supera las expectativas. Sin embargo, el júbilo en el campo contrasta con la preocupación que invade los rostros de los productores locales.
“La cosecha fue buena, el campo nos respondió, pero el mercado no”, lamenta un agricultor, limpiándose el sudor de la frente mientras observa montones de papas frescas amontonadas junto a su parcela. Sus palabras resumen el sentir generalizado: aunque el rendimiento por hectárea ha sido excelente, los precios de venta son tan bajos que apenas permiten recuperar la inversión, si acaso.
En los centros de abasto, el kilo de papa se ofrece a precios deprimidos, muy por debajo de lo que los productores consideran justo para equilibrar los costos de producción. La frustración es evidente; el esfuerzo de meses de trabajo duro se ve amenazado por un mercado que no reconoce el verdadero valor de su labor.
Algunos agricultores con mayores recursos han optado por almacenar la cosecha en bodegas, apostando a que los precios mejoren en las próximas semanas. Pero esta estrategia es un lujo que muchos pequeños productores no pueden darse. La falta de liquidez y la necesidad urgente de cubrir deudas y gastos los obligan a vender ahora, aceptando precios que no reflejan ni la calidad ni la cantidad de su producto.
La cosecha de papa no solo sostiene a los agricultores; también representa una oportunidad de empleo para cientos de jornaleros agrícolas que, en esta época, encuentran trabajo en los campos del norte sinaloense. Su futuro inmediato también pende de un hilo ante la incertidumbre económica que atraviesa el sector.
En medio de esta situación, los productores hacen un llamado urgente a las autoridades agropecuarias. Piden apoyo, buscan alternativas, exigen la implementación de mecanismos que estabilicen los precios y protejan la actividad agrícola, vital para la economía de la región.
Hoy, en el norte de Sinaloa, las papas abundan. Pero la bonanza de los campos contrasta dolorosamente con la pobreza de los precios, dejando a la esperanza, una vez más, esperando su turno en el mercado.