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La candidatura de Paloma Sánchez Ramos, representante de la coalición PRI-PAN-PRD al Senado de la República, enfrenta serias dificultades para ganar adeptos entre los votantes sinaloenses. 

Su campaña, carente de coherencia y conexión con la ciudadanía, no logra captar el interés ni la confianza del electorado, su imagen metropolitana no gusta al pueblo de Sinaloa.

Internamente, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) se encuentra dividido y desgastado, con múltiples frentes abiertos que afectan la cohesión y la eficacia de su apoyo a Sánchez Ramos. 

Por otro lado, el Partido Acción Nacional (PAN) sigue arrastrando el estigma del narcotráfico, agravado por el involucramiento de figuras como García Luna en escándalos de corrupción.

Mientras tanto, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) enfrenta una crisis política que lo deja prácticamente inoperante en la contienda electoral. 

Con este panorama desfavorable, es evidente que la candidatura de Sánchez Ramos no logra despegar y se encuentra en riesgo de quedar relegada a la tercera posición.

Por otro lado, el movimiento ciudadano encabezado por Fernanda Rivera, reconocida por su integridad y compromiso, ha logrado tomar ventaja en la contienda. 

Su liderazgo y reputación como “mujer de palabra” le han permitido posicionarse como una alternativa sólida y creíble para los votantes, arrebatándole el segundo lugar a Sánchez Ramos y consolidándose como la opción preferida para representar a Sinaloa en el Senado.

En este escenario, es evidente que la candidatura de Paloma Sánchez Ramos enfrenta un duro revés, mientras que el movimiento encabezado por Fernanda Rivera emerge como la fuerza dominante en la contienda por el Senado de México, colocándose en posición privilegiada para entrar por la primera minoría.